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jueves, diciembre 13

... sin embargo él la exprimió, y la exprimió hasta que un día ella dejo de sudar, y lentamente comenzó a secar. Primero sus piernas se extenuaron hasta no poder dar un paso sin partise como ramas otoñales. Luego siguieron los dedos de sus delicadas manos y dejó el piano. Eso le secó los oidos, la música se le hizo inaudible, sorda; jamás volvería a oir siquiera el sonido de su propia voz. Eso la fue dejando ciega hasta sumirla en la más profunda y tétrica oscuridad.
Le pasó exactamente lo mismo que a mi querido y costoso bonzai, a diferencia que yo no le exigía nada, simplemente olvidé que existía (como me ocurre con muchas cosas) hasta el día en el cual me fijé que mi gato lo estaba utilizando como su "retrete personal" ¡Ja!. Fue en ese momento cuando recordé por un instante su indescriptible belleza, no era hermosa pero provocaba el mismo efecto. Inevitablemente no pude dejar de recordarla, cuando su boca podía sonreir y siempre saber decir en el momento justo, la palabra exacta.
No era perfecta, eso todos lo sabíamos, pero era incomprensiblemente especial, algunas veces me atrevía a llamarla "mmmm...mmagnética", pero al segundo me arrepentía porque sólo su cercanía me provocaba una especie de terror estomacal que luego aplacaba con el vértigo de una mirada dulce, esa misma mirada que ahora es sólo un recuerdo...

Lo más triste de todo fue ver cómo se le secaba el alma; de un glamoroso bambú a un utilitario coligue ( o colihue?). Cuando se le había evaporado la belleza, las sonrisas, las ideas, las canciones, su irrisorio optimismo, sus bromas mal hechas... cuanda ya no le quedaba nada ni siquiera aire... vi por primera vez un espectro... errante... como si estuviese en una especie de inesperado purgatorio...y ahí fue...en ese momento, cuando ya era completamente inutil, que ese hombre la dejó y cosechó ante los ciegos espectadores. Sin pagar un peso, se llevo todo lo que ella había cultivado con un esfuerzo enorme del cual puedo dar fe.
Sin embargo, nunca tuve el valor de acercarme, a pesar que yo era aparentemente el único que se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo con ella, porque, por fortuna, si había algo para lo que yo sí servía era para observar pasivamente, por eso a veces pienso que quizas en el fondo quería ser como ella. Lamentablemente, soy un ser incapaz de admirar a alguien, por una cosa de principios.
La verdad es que ya no sé si la volveré a ver: ¡desapareció! y nadie sabe donde está, si volverá; tampoco me atrevo a averiguarlo, siquiera a preguntar, para así quedarme con la ilusión que quizás, ella no ha desaparecido para siempre....




dialogos sobre un tabloide dinámico
[por una vida libre de subtítulos]

1 comentario:

Gianfranco dijo...

muy bien! sigue asi
este es tu camino literario

e n c u e n t r a . t o d o . a q u i

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